¿Quién ganará?


Clarín reaviva una de las batallas más antiguas de la humanidad: La Biblia versus la Ciencia.
El artículo se publica en un suplemento del diario llamado "Valores religiosos", y si esto no bastara para saber a quien se declara ganador de la contienda,  el título nos da un adelanto, poniendo primero a "la biblia" con mayúsculas, mientras que "la ciencia" está al final y en minúsculas, disminuida. El motivo de la batalla entre estos dos gigantes de la historia de la humanidad es nada más y nada menos que "la verdad", lo que deja claro quien de los dos tiene el problema que lo obliga a combatir.
La nota está muy bien resumida en el texto de la ilustración: "LÓGICA. No es necesario confirmar con explicaciones racionales y naturales aquello que no lo exige, dicen expertos". En otras palabras, se incita al lector a no cuestionar lo que se le impone, se indica que no use el pensamiento y la lógica, porque hay otros que tienen la verdad, que son "expertos" que nos dicen qué pensar. Por supuesto que existen otros "expertos", que no han sido consultados para este artículo, que nos indicarían posiblemente lo contrario, como por ejemplo el filósofo Descartes con su "pienso, luego existo", por citar tan solo a un "experto" muy antiguo .

El artículo, del cual se recomienda una lectura minuciosa, concluye con las palabras de "uno de los más destacados estudiosos argentinos de las Sagradas Escrituras", el padre Luis Rivas, que dice que "Esto indica que el autor (de la biblia) no pretende mostrar el hecho 'tal como sucedió', sino que por medio de esos detalles cambiantes está mostrando 'qué sentido tiene el hecho narrado'. En otros casos, lo que se propone para ser creído no es la forma del relato, sino lo que el autor está expresando a través de ese relato". En otras palabras, un religioso nos está diciendo que la biblia no refleja hechos reales sino que se basa en relatos creados para comunicar ciertos mensajes. El "experto" admite que el texto bíblico, una supuesta verdad revelada, ha sido editada para darle el sentido que "el autor" (un hombre) le quería dar. Resulta interesante pensar a la biblia como un producto del hombre. Porque la biblia es (casi) la única prueba de que Dios existe, justamente porque explica el génesis y principalmente porque cuenta la historia de Jesús y sus milagros, esos milagros que son la prueba de que Jesús fue el hijo de Dios, porque pudo hacer cosas que el resto de los hombres no pueden, incluso resucitar. Pero ¿qué pasa cuando un religioso nos dice que todo eso no es verdad, sino un relato que se construye para comunicar mejor los valores cristianos? Apela a la fe porque ya no queda otra cosa más a la que apelar, ni siquiera la biblia.
Esta "confesión de parte" ocurre luego de varios siglos de intentar frenar cualquier avance científico que contradijera las verdades bíblicas, ocurre cuando sabemos que en el siglo XVI se realizó el concilio de Trento para "editar" la biblia y lograr una versión única que sirviera a los intereses de la Iglesia, ocurre cuando la verdad ha asomado su cabeza y ya no se puede tapar el sol con la mano, cuando ya han perdido la batalla contra la ciencia, que es la batalla contra el pensamiento independiente, contra la no sumisión al poder, contra el no esperar llegar al cielo para vivir una vida digna.
También ocurre cuando ya no les quedan métodos coercitivos para imponer "la verdad", como las cruzadas o las colonizaciones, ocurre cuando la historia nos muestra que la praxis religiosa católica no sólo no ha ayudado a los más débiles a vivir mejor, sino que ha contribuido a desarrollar y conservar sistemas políticos y económicos que van en contra del hombre.
Ante semejantes pruebas de que el Dios católico no existe, solamente queda la fe, creer porque uno quiere creer algo, creer porque alguien nos dice que hay que creer, creer sin importar lo que uno piense, creer para no tener que hacerse cargo de la finitud, creer para perder la conciencia, creer para que alguien indique cómo vivir, creer -en definitiva- para no llevar la pesada carga de ser.
Así, los métodos comunicacionales de la Iglesia católica apostólica romana se parecen cada vez más a los del "periodismo independiente". ¿o no? Creer o reventar.

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