La mala gestión institucional está de moda. Boca, River, San Lorenzo e Independiente ya se sumaron al modelo aplicado por Gimnasia Esgrima La Plata, Rosario Central, Newell’s y Racing Club. Lanús y Velez ya no son el ejemplo a seguir.
Señores, el fútbol argentino goza de una salud peor que la de Sandro. Hasta aquí, nada nuevo. Gestionar ineficientemente instituciones sin fines de lucro que mueven millones de dólares por año ya era moneda corriente en nuestro fútbol, pero los dirigentes conducían los clubes hacia una “quiebra digna”, con algunos atenuantes como pelear hasta la antepenúltima fecha un campeonato local ó llegar a la final de la copa sudamericana. Ahora todo se fue al mismísimo demonio.
La palabra “quilombo” es utilizada como sinónimo de desorden, caos, desorganización y barullo, pero también significa lupanar, burdel, puterío, cabaret. ¿Existe una definición mejor para la forma de gerenciar los clubes de la primera “A”?
Pienselo, ¿Si usted manejara el club que más títulos locales ha ganado en la historia, contrataría a Pipo Gorosito sólo porque su cachet es más barato que el del Tolo Gallego, pero continuaría abonando el sueldo de un jugador como Orteguita para que defienda la camiseta de otro club?
Ahora me pregunto, ¿cuánto ganará el masajista de San Lorenzo? ¿Cuánto ganará Bianchi por asesorar a Boca? ¿Y Bilardo por asesorar a la AFA? Mejor no saberlo.
El fútbol argentino está tan “hecho mierda” que un equipo dirigido por Angel Cappa podría consagrarse campeón dentro tres semanas, jugando “el fútbol que le gusta a la gente”. ¿Puede esto considerarse normal y deseable? Si es así, entonces Pancho Ferraro seguramente dirigirá a Boca el próximo torneo y lo llevará a Japón aplicando “tácticas menotistas”.
Pero hay aún más. Los medios de comunicación elogian hasta el hartazgo a Pepe Sand porque no tocó una pelota que terminó en gol (sí, leyeron bien, no la tocó, aunque quiso), en el partido que Lanús (“el gran puntero”) derrotó por uno a cero a Banfield (un equipo del montón), con ese gol de puro ojete. Pero a su vez estos mismos medios, cómplices de los dirigentes futbolísticos, critican a Romi Riquelme porque no tocó una sola bola en el partido dónde Boca quedó eliminado de la Copa Libertadores. Una insensatez supina y absoluta.
Piénselo bien. ¿No es todo esto un quilombo?
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