Avance científico: les trasplantan los lagrimales de Cappa a un niño que no podía llorar

Rolo Pernigotti es sólo un chico, un chico de 7 años que no podía llorar por padecer de una extraña enfermedad. Lo que para algunos podría ser una bendición es en realidad un verdadero problema ya que las lágrimas poseen propiedades lubricantes, ópticas e inmunológicas o de defensas del ojo. Incluso cualquier trastorno de su producción a nivel de la glándula lagrimal o de su drenaje hacia la nariz a través de la vía lagrimal, puede producir modificaciones en la visión o predisponer a infecciones.
Debido a lo anterior los especialistas médicos buscaron todo tipo de soluciones sin resultado alguno, hasta que dieron con un único remedio: trasplantarle los lagrimales de otra persona.
Pero la solución también contenía un problema, ya que para realizar la operación se necesitaba a un donante vivo. Tras meses de análisis y estudios los médicos dieron con el donante perfecto: Ángel Cappa.
"Don Ángel se ha mostrado públicamente llorando a mares por que los resultados no se le dan. Hace poco lo vimos en la tele y nos dimos cuenta de que una persona que llora tanto tiene que tener un lagrimal más grande que lo habitual, así que lo llamamos para hacerle unos estudios", afirma Luis Amigorena, jefe del equipo médico que realizó la operación.
Los estudios que le efectuaron a Cappa diagnosticaron que el actual entrenador de River tiene lagrimales cinco veces más grande que el tamaño promedio, superando incluso a los de Andrea del Boca, por lo que se determinó que el DT estaba en condiciones de donar lagrimales para hasta 4 personas sin que esto le limite su capacidad para llorar.
Tras la operación que duró tres horas, Rolo Pernigotti por fin pudo entregarse al llanto, aunque parece que en demasía: "No puedo parar de llorar. No se si es por la emoción o por culpa de Cappa", expresó el chico.
Los especialistas asumen que las lágrimas continuas del niño se deben a los llantos que fue acumulando a lo largo de su niñez, pero no descartan que los lagrimales cuenten con "memoria propia" y estén habituados a llorar, tal como lo hacían cuando estaban en los ojos de Cappa. Un gran avance de la medicina que a la vez abre nuevos interrogantes.

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