"La Francellización de Palermo", por Ángels Kappa

No estoy aquí para cuestionar a Palermo o poner en tela de juicio sus logros, su historia dentro del fútbol y sus increíbles números le han permitido precisamente meterse en la historia del fútbol.
Mi intención es realizar un análisis sobre las repercusiones que tienen sus acciones. Desde los elogios más obvios, pasando por los más merecidos y hasta los más exagerados, podría decirse que cada hecho en la vida del jugador se convierte en un lugar común alimentado por los medios. En este caso hay un consenso de todos los medios, hegemónicos o no, que sin duda repercuten en la visión que tiene la gente sobre Palermo. Así, cada cosa que hace (sea un gol o no) pasa a ser "una hazaña" que forma "parte de la leyenda" y suma "un nuevo capítulo a la película de su vida". Por lo menos así lo califican los medios y así lo repiten los hinchas a quienes, de alguna manera, los medios “obligan” a sentirse conmovidos por cada nueva "hazaña" del jugador, el cual no fomenta esta situación, sino que es una víctima más.
Tuve la suerte de presenciar el partido de despedida de la selección en el que superó a la débil Canadá por cinco goles contra cero. En dicho encuentro la hinchada coreó el nombre de Palermo, solicitando su ingreso, en cinco oportunidades. En cambio, sólo pidió a Messi una sola vez y casi sobre el final del encuentro, como de compromiso. El hecho no dejaría de ser solo curioso si cualquier hincha no tuviera la oportunidad de tomarse un micro algún fin de semana para ir a ver a Palermo en Boca, y pudiera en cambio estar presente en la cancha de Barcelona cada vez que juega Messi.
Pero lo llamativo es lo que representa cada uno. Messi es la habilidad, la creatividad, representa todas esas cualidades futbolísticas por las que alabamos a Maradona. En cambio Palermo representa meter un gol lesionado, con la canilla, pateando un penal con los dos pies, en fin: meterla como sea.
Tras el gol que convirtió ante Grecia fue interesante ver lo que se dijo, pareciera que nada más hubiera pasado en el partido. Además de los clichés "palermísticos" ya mencionados, nunca el hermano de un jugador o la ex mujer parecieron tan importantes, y eso que ahí nomás en la tribuna estaba uno de los hermanos de Maradona y Claudia Viilafañe.
¿Con esto que quiero decir? Que se magnifica todo lo que hace Palermo. Que resulta extraño que no haya entrevistas a los hermanos de Tevez, que se sacrifica cada minuto que juega, que nadie le pregunta nada a los hermanos de Messi, que viene siendo el mejor jugador del mundial, y que apenas "le pegaron un tubazo" al padre de Higuaín cuando metió tres goles, casi como si fuera menos meritorio que el gol que hizo Palermo sobre la hora cuando Argentina ya iba ganando y el equipo estaba clasificado. Incluso, se ningunea a los compañeros al preguntarle obsesivamente por Palermo.
Por eso puede decirse que Palermo está sufriendo una "francellización" popular, o sea que pasa lo mismo que con Guillermo Francella en "El secreto de sus ojos". La película fue todo un éxito, llegando incluso a ganar un Oscar, y desde los medios se le otorgó un sobredimensionado mérito a Francella, cuyo papel no fue el principal y, si bien tuvo una buena actuación, en realidad el suceso de la película se debe mayoritariamente al director Juan José Campanella y al actor Ricardo Darín los cuales, traduciéndolo al ámbito futbolero, serían Maradona y Messi. Pero no, los medios le venden a la gente que "el muchachito de la película" fue Palermo y todos compran. Así asistimos a una nueva injusticia del fútbol: se trata de la Francellización de Palermo.